Salvador Reyes, estudiante de Derecho, acudía como cada mañana al gimnasio de la universidad “a quemar un poquito”, lo que no sabía es que se convertiría en el centro de todas las miradas y burlas por haber tomado la decisión de ponerse la camiseta que le regaló su suegra por su cumpleaños. “Pensé que no pasaría nada, la gente se pone sus peores galas para ir a hacer deporte. Confiaba en que nadie lo notaría” declara Salvador, “la culpa es suya que vienen al gimnasio como si fuesen de sábado. Yo creo que hasta se peinan”.
En un intento desesperado por no perder la dignidad e intentar mantener su autoestima, trató de explicar, a deportistas y monitores, lo que le había llevado a ponerse esa camiseta, repitiendo una y otra vez el: “tú póntela que tampoco está tan mal”, que su novia, Rosalía, le había dicho tantas veces antes de salir de casa. Tras varios minutos de humillación, el futuro abogado decidió abandonar la Sala de Musculación e ir a conserjería a por un peto, colocárselo y poder así empezar con sus ejercicios. “No razonaban, solo reían” declara el licenciado. Pese al incidente de la camiseta, la mañana ha transcurrido con normalidad y los allí presentes han podido seguir con sus ejercicios hasta el final del turno.
@Alvaromenlon y @CaldodePutxero
A los 120 “Me gusta” la ‘UMH y tal’ sale en la portada de La Razón.
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